Primerizo al cuadrado

Mi necesidad de conciliar empezó poco antes del nacimiento de mis hijos.  Al ser un embarazo gemelar las posibilidades de que el parto se adelantara eran muy elevadas y, dado que el tiempo de vuelos y conexiones entre Madrid y Boise-Idaho, donde nacieron, es superior a 48 horas y no me quería perder el nacimiento de mis hijos por nada del mundo, compré días de vacaciones a mi empresa para llegar dos semanas antes de la fecha prevista del parto. Finalmente no se adelantó pero mereció la pena llegar antes para poder hacer con tiempo todas las gestiones y estar esos días tranquilo preparado para cualquier falsa alarma.

Los primeros meses fueron muy intensos, tomas cada dos horas, luego cada tres y luego cada cuatro, cuando ya se podía descansar un poco. La verdad es que los niños colaboraron mucho y se portaban muy bien; soy de los que pienso que los niños se adaptan a las circunstancias y, sabiendo que soy un padre primerizo y que no podían exigir mucho, optaron por dormir y comer bien.

El tiempo pasa muy rápido y pronto llegó el momento en el que el descanso parental se acababa. ¿Qué hacer si en Madrid yo no tengo familia y los niños son aún muy pequeños para ir a la guardería? Solicité la acumulación de horas de lactancia y pude continuar viviendo en Santander donde todo resulta más fácil con la ayuda de la familia y sobre todo con las temperaturas razonables que hace aquí. A unos niños nacidos a -15 grados bajo cero seguro que les cuesta acostumbrarse a los 40 grados del verano de Madrid.

Los niños cumplen 6 meses, ya empiezan a tomar verduras con pollo y ternera, y sorprendentemente les gusta la nueva experiencia; es hora de plantearse volver a Madrid, pero en la única guardería que tengo cerca de casa no me dan plaza y estoy en lista de espera y llevar a los niños cerca de donde trabajo en Pozuelo es toda una odisea: meterlos en el carrito, ir al garaje, meterlos en el coche, esperar que no haya mucho atasco, sacarlos del coche, carrito y guardería. Algo que es agotador para los tres, y en la práctica no era viable siendo tan pequeños. Así que solicité una excedencia hasta que finalizara el verano y los niños, aunque no andaran, al menos se pudieran sostener de pie.

Siempre he dicho que en este largo proceso de la paternidad todo había salido bien excepto la plaza de guardería, y el destino, afortunadamente, ha querido desmentirme. La semana pasada me llamaron de la guardería que tengo al lado de mi casa de Madrid diciéndome que finalmente los niños tenían plaza a partir de septiembre. Un problema resuelto: tener la guardería a menos de 10 minutos de casa andando me supone una gran tranquilidad. Teniendo dos hijos tienes el doble de posibilidades de que uno se ponga enfermo y, excepcionalmente, siempre puedo pedir a alguien que lo recoja y lo lleve a casa si yo me retraso de volver de la oficina.

Como la guardería es pública tiene un horario más restringido que una privada y al reincorporarme de la excedencia solicitaré una reducción de jornada para poder llevarlos y recogerlos personalmente. Después de estar varios meses 24 horas seguidas con mis hijos se me va a hacer muy duro separarme de ellos las 8 horas que estarán en la guardería, pero seguro que es positivo para ellos el contacto con otros niños.

Estoy escribiendo capítulos del libro de la paternidad que aún no han sucedido. En 7 mes no se han puesto enfermos ni un sólo día,  no sé lo que es un cólico ni una noche sin dormir, pero todo el mundo me lo dice, será llevarlos a la guardería y los niños cogerán todo el muestrario de virus y bacterias, además aún no les han salido los dientes. El hecho de la que empresa te posibilite el teletrabajo me da tranquilidad para esos días que van a venir en el que uno, o los dos, se podrán enfermos.

Hasta el día de hoy todo ha ido como la seda, y estoy seguro que en el futuro va a ir igual, o incluso mejor, en parte gracias a  que mi empresa tiene la certificación efe y participa en #miempresaconcilia.

Carlos García Gutiérrez. Orange

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